jueves, 3 de mayo de 2007

mercadotecnia y saber

Mercadotecnia y el saber

Siempre consideramos que nosotros tenemos cierto grado de libertad, cierto margen que nos permite comprender lo que nos ocurre, lo que ocurre en nuestra vida. Creemos controlar las influencias externas que nos rodean.

En general, hay una diferencia entre lo que creemos saber y lo que realmente sabemos. Es curioso que nos disgusten determinadas cosas y por el contrario, sigamos haciéndolas, aguantándolas o soportándolas posteriormente. Esto, evidentemente sucede porque realmente no sabemos, porque creemos saber, pero no sabemos. Si supiéramos, ¿cómo sería posible que repitiéramos errores?

Por esta razón se repiten errores, porque no se sabía de verdad. Y es que no hay términos medios, o se sabe o no se sabe.

Es particularmente curioso que tratemos de creer que somos ciertamente independientes, sin ni siquiera habernos parado a analizar hasta que punto somos influenciados por nuestro entorno. El ejemplo inmediato son las campañas de publicidad. Todos somos conscientes de su existencia pero, creemos que a nosotros realmente no nos influye, solo nosotros somos capaces de discernir lo que realmente es, de los que no es. ¡Que ingenuos! La verdadera clave está en ser consciente de que no se es plenamente consciente de todo para poco a poco poder ser más consciente.

La publicidad existe para ensalzar las cualidades de un producto por encima de su verdadero valor. Imagino que el Grupo de comunicación Omnicom, el más grande del mundo, con unos ingresos mundiales cifrables en billones de las antiguas pesetas al año, sabrá el porqué del éxito de su negocio. Yo sí.

Si observamos el comportamiento de un mamífero terrestre, si este tiene algo a su alcance, elige, prefiere lo mejor. Y la publicidad nos presenta la mejor de las posibilidades de entre las posibilidades que ella misma nos presenta. Si fuera verdaderamente mejor un producto, no sería publicidad, sería información.

Lo que debería ocurrir es exactamente lo que hacen las diferentes marcas al vendernos diferentes líneas de productos, por ejemplo, en el catálogo de una marca de coches se nos habla de las excelencias del modelo básico como utilitario y, por otro lado de las excelencias del tope de gama como vehículo lujoso. Así debería ser la publicidad, debiera ser información y buscar la objetividad y no la venta, como exclusivo objetivo.

No obstante, la siguiente apreciación no deja de ser irónica. Los mayores gerifaltes del mundo, los que aparecen entre los primeros en la lista de la revista Forbes, http://www.forbes.com/2005/03/10/cx_bill05_homeslide.html, viven inmersos en un mundo eminentemente material, del que no pueden escapar. Nos hacen ser esclavos de unas necesidades crecientes, pero a su vez necesitan tener mansiones, espectaculares coches, fastuosos yates,…, que evidentemente son resultado de las necesidades que a ellos mismos les crea la propia mercadotecnia que ellos practican.

Aparentemente son ajenos a los problemas mundanos, pero a la vez son esclavos de la mercadotecnia. Y digo mercadotecnia, porque hace tan solo 30 años, los lujos de entonces, hoy en día serian despreciados por muchos de la clase media-baja actual.

El cazador cazado, sería la mejor forma de expresarlo. Gran fortuna económica pero su vida esta dominada por la influencia de la mercadotecnia, la misma que ellos propician. Ironías de vida.

La primera reflexión es que somos un subproducto de personas que controlan nuestros “deseos”, aunque ellos, a su vez son víctimas de otros múltiples “deseos”. La verdad es que da un poco de miedo pensar que estas personas, iguales a nosotros en cuanto a lo que hacen con sus vidas, eso si ricas, acaban por marcar el rumbo de nuestras vidas.

Volviendo a lo de que somos un subproducto de la influencias del entorno, el otro día viendo un documental sobre los bosquimanos, al ver lo que comían y donde vivían, reflexioné acerca de cuál sería la forma más altruista en la que yo podría vivir. Es curioso, el bosquimano vive bien y sonríe, pero yo sería particularmente incapaz de vivir como él. Entonces, ¿Cuál es el límite máximo al que podría llegar en lo que a desprendimiento material se refiere? Este desprendimiento comporta un cambio en la forma de vida en múltiples sentidos, no se trata de una experiencia piloto por un ratito como pudiera ser un descenso de barrancos en Panticosa, aderezado con unas migas hechas a la luz de una lumbre durante la noche. Esto es el movimiento hippie-pijo, el colmo del snobismo si se preconiza como modus vivendi, en vez de reconocer que se trata de una simple afición para luego, al día siguiente, descansar sumergido en el jacuzzi de tenerse o, en la bañera caliente a remojo en el “peor de los casos”.

Quiere decirse que, al realmente yo ser un subproducto de la mercadotecnia y aunque me pese, no es que no quiera, es que ya no puedo vivir como un bosquimano porque no sería capaz. Tenemos que ser conscientes de esto para poder ser posteriormente capaces de ir dando mas pasos hacía la ruptura de los condicionantes de la mercadotecnia que, evidentemente, no nos permiten ser verdaderamente libres.

De hecho, no podemos vivir sin unos lujos que hace años no existían: teléfonos móviles, coche, dvd,…, porque evidentemente, la libertad está en prescindir cuando se está en disposición de hacerlo, no cuando no nos queda otra, porque en este último caso la decisión no es verdaderamente propia.

No digo que quiera vivir como un bosquimano, pero ¿voy a dejar que la mercadotecnia me diga cual es mi forma de vida? ¿Al menos seré consciente plenamente de esto? Y si ya lo soy, ¿no es el momento de construir mi vida como realmente quiero?

Voy a poner el ejemplo que ha motivado mi reflexión de hoy.

Todos somos “conscientes” del grave problema del cambio climático. Múltiples organizaciones públicas y privadas, la propia ONU, la UE, etc., son conscientes de este problema.

Ahora, ¿y tú? ¿Podrías decirme con cierto rigor, porque crees que el cambio climático provocado por las emisiones de dióxido de carbono es un grave problema? Seguramente no sabrás ni de que va, a pesar del costo para tu bolsillo de tal asunto. No obstante, tienes opinión, seguro, asumirás sin saber porque que algo hay que hacer. Tu opinión es la que te han permitido, la opinión condicionada por la información que recibes, que parece apuntar que es verdad. Pero, ¿y si fuera todo una patraña?

Bien, pues aquí hay un contundente documental que dice exactamente eso, que todo es un invento, que es falso que haya calentamiento global o cambio climático provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero y que se titula: “The Great Global Warming Swindle”.

Si ves este vídeo (el inglés), comprobarás los argumentos que sostienen los editores del documental y los científicos que respaldan esta postura. Ha sido una bomba mediática y ha puesto al ciudadano medio directa o indirectamente en una difícil encrucijada, la de tener qué discernir que es real y qué es ficticio.

Te puedes consentir no ver este vídeo, pero entonces, ¿es real el cambio climático provocado por la emisión de gases contaminantes? Creo que si ves este documental cambiaría tu opinión.

Claro que de todo no se puede saber, pero ¿de qué hay que saber? No será que crees que sabes cosas que realmente no sabes y, por eso no te las preguntas. ¿No nos estará pasando lo mismo con casi todo, que nos hacen creer lo que quieren que creas? Habrá aspectos que te afectan muy directamente y, de los que obligatoriamente habrás de saber. En cambio dejamos que nos manipulen como con lo del cambio climático.

Ejemplos de cosas que parecen lo que no son se me ocurren mil.

Y ahora yo te digo, como especialista en medio ambiente que soy y tras estudiar lo que dicen las diferentes tesis, que realmente ese documental es verderamente verdadero, perdón quise decir falso, no verdadero, no falso… ¿Qué pensarás a partir de ahora de este asunto? Uf, que caos.

Diré para no sembrar dudas, que en mi opinión (he estado estudiando el tema con cierto detenimiento y rigor) que este documental es una farsa. Es decir, que el CAMBIO CLIMÁTICO provocado por los efectos de los gases con efecto invernadero es UNA REALIDAD. En este sentido, para aclarar el tema, si has visto este tendencioso documental, recomiendo lo que dice John Ray sobre el documental en cuestión, en donde desmonta una a una las espectaculares tonterías que cuenta Martin Durkin.


De hecho, este tipo, Martin Durkin, que se está forrando actualmente a cuenta de este asunto vendiendo miles de DVD y, que posiblemente esté subvencionado por lobbys que representen a empresas contaminantes, fue el que en su momento realizó otro documental en el que por entonces defendía las excelencias de las prótesis de silicona en el pecho de la mujer, aduciendo que reducían el riesgo de cáncer de pecho, aspecto claramente contradicho por todo el estamento científico, hasta por los mismos médicos a los que “utilizó” manipulando a su conveniencia en aquel documental.

Así las cosas, ¿de quién te puedes fiar? Poco más o menos, solo de lo que sepas, así que revisemos lo que creemos saber para convertirlo en VERDADERO SABER.


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