viernes, 12 de febrero de 2010

Y la pregunta que me hago es la siguiente:

¿Cómo es posible que no seamos capaces de comprender el porqué de la situación en que se encuentra nuestra economía, sin ser tan si quiera capaces de comprender el alcance de los que se nos viene encima?

Partiendo de la base “orweliana” de que estamos contando pétalos de margarita porque así nos han hecho creer que nos lo pasamos bien, la explicación del asunto es ésta, indubitablemente a poco que se ponga uno tan solo un cuarto de hora a pensar:

Nuestro mundo occidental adoctrinado por el crecimiento perpetuo que conlleva el consumismo y la competitividad, se ha desbocado hasta límites en que tenemos repetidos muchos objetos por el mero hecho de que si no compramos el último modelo nos sentimos mal, aun cuando el modelo anterior fue en su tiempo también último modelo. Éste permanente “ a más” en un mundo finito no es posible, repasando el significado de la función exponencial se comprueba que al ritmo que íbamos nos puliamos hasta el polvo del desierto en menos de 20 años.

¿Y que nos permitía hasta ahora seguir creciendo a éste ritmo disparatado? Un exceso de energía accesible, porque como todos sabemos la energía ni se crea ni se destruye. Y, ¿cuál era? El petroleo, la mas maravillosa de las fuentes de energía que jamás soñó nadie.

Y entonces, ¿qué está pasando?

Que el petróleo facilmente extraible, el menos profundo, el que se encuentra en mayores bolsas se acaba y, que por tanto el petróleo barato se acaba. Ésta es la espoleta.

Petróleo caro, incapacidad de acceder a productos baratos, inflación, crash económico hasta acomodarnos a un decrecimiento paulatino, que se adapta de forma proporcional al declive de los pozos de petróleo que proporcionan energía barata.

Si hemos pedido un préstamo con un interés y a día de hoy ya vamos justos, mañana seremos incapaces de pagar el interés, ni tan siquiera la deuda, porque lo que nos espera se llama DECRECIMIENTO.

Podemos debatir sobre otras energías y tal, pero a poco que se estudie el asunto uno comprende con claridad que no hay nada que se iguale al barril de crudo.

A decrecer toca.

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Gromenólogo, acojonado con el mundo en el que vivo del que trato de salir por patas