martes, 23 de enero de 2007

Ser humano

REFLEXIÓN DE LA VIDA

Esto de vivir es una experiencia fascinante.

Nacemos y nos enfrentamos a la vida. Nuestra genética o carta astral nos condiciona de entrada. Luego nuestra familia, la sociedad que nos rodea y nuestros amigos son las influencias que nos condicionan para vivir de la forma en que entre todo este entorno se nos permite. Lo convencional, aquí en España, nos conduce a encontrar una pareja, casarnos, hipotecarnos, trabajar 10 o mas horas en un trabajo lo mejor remunerado posible, tener un buen coche y tomarse una vacaciones de 1 mes en la costa. A veces se puede aderezar incluso con una comida en un restaurante o alquilando un vídeo o lléndonos de tiendas o viendo un partido de fútbol o comprando una pantalla plana, pero poco más.

Mientras tanto tratamos de mirar para otro lado cuando nos planteamos verdaderamente para qué vivimos, la única pregunta lógica que deberíamos hacernos. De paso si somos trabajadores, podemos implicarnos en nuestra rutina para que pasen las horas.

El mundo material nos distrae. Esto no excluye que disfrutemos de una serie de aspectos materiales, dado que como seres materiales los necesitamos. Una vez que se tiene comida y techo parece que todo lo demás sobra en gran medida. Pero tampoco podemos pensar que prescindir de los temas materiales es estrictamente bueno, es decir tampoco pensar que todo esto de la sociedad de consumo es negativo. Como todo, en su justa medida. Cada uno que decida en que nivel del mundo material quiere vivir, aunque podríamos afirmar que con seguridad se puede vivir con bastante menos sin prescindir a la vez de determinados caprichos.

El tema afectivo, con respecto a nuestros amigos o parejas, es un aspecto que desgraciadamente también vinculamos al mundo material y no al espiritual. Si nos enamoramos del amor da igual nuestra situación de pareja o nuestra amistad. Si es bella, a por ella. Si no, se deja. No creo que haya más problema.

Hay una serie de personas que nos planteamos dudas. Que no encontramos esa felicidad que anhelamos. A nosotros va dirigido el siguiente texto.

La respuesta a para qué vivimos, para que venimos, creo que todos compartiríamos que para ser felices. Es como un gesto automático que nadie se cuestiona, es curioso. ¿Por qué quiero ser feliz? La respuesta no se puede razonar pero es clara: porque sí. Porque cuando estoy feliz estoy bien y cuando estoy infeliz estoy mal.

¿Y como consigo ser feliz?

Las respuestas son individuales, pero quizá repasándolas juntos coincidamos.

Todos hemos evolucionado con los años, y aceptamos errores que hemos cometido y que hoy no cometeríamos. Por tanto podemos evolucionar lo que nos hace no cometer errores que nos hacen infelices.

Apegarnos a los temas materiales no nos hace más felices de forma permanente, solo por un tiempo. Llegado un momento llegan hasta a no tener importancia determinados temas materiales. El valor de los temas materiales es relativo, a mayor cantidad no se es más feliz.

El Amor desapegado nos hace felices, el Amor obsesivo acaba por dolernos. Cuando damos o regalamos nos sentimos bien.

El ser humano sabe que es feliz cuando se ilusiona en determinadas actividades. Hay que estar ilusionado con lo que hacemos.

Para ser feliz hay que quererse, quererse a uno mismo. Eso se llama el amar al yo, y es sinónimo de amar el ego.

EGO

Para hacer las cosas bien hay que creerse a uno mismo. No podemos corregir nuestros
errores desde lo que opinen otros de nosotros, desde lo que la sociedad o la religión
considere "adecuado", desde lo que un amigo o familiar considere favorable.

De hecho, si no nos creyéramos a nosotros mismos, ni siquiera podríamos opinar de nada, y no es así, lógicamente.


Entonces y, dado que nos creemos a nuestras personitas bastante pero no lo suficiente,
hagamos ese acto de interiorización para identificarnos. Aunque yo te dijera que mereces la pena o que eres una gran persona, que más daría si tú te siguieras machacando, si tú no te lo creyeras.


Es curioso que nos hayan transmitido desde nuestro entorno que no podemos ser
maravillosos, que no somos buenas personas. Eso tendría sentido si no lo fuéramos, pero ¿y si lo somos? ¿Cómo se nos ha podido transmitir el mismo mensaje sin diferenciación a todos nosotros? ¡Que despiste nos ha producido!

Entonces, si sabemos que nuestro corazón es bello y sensible ¿por qué no repetirnos ese mantra una y mil veces? ¿Por qué no me voy a creer que soy una persona bella?

Dirían que padeces la enfermedad de exceso de Ego y eso es malo. Imagina que fueras Jesucristo, ¿te debería importar lo que otros dijeran de ti? Lo dijeron. El escuchaba esa voz interior que le decía lo que era.

Habrá personas a las que tú respetas, a las que tu Ego respeta y cuya opinión puede ser valiosa para ti, pero de entrada habrá que desconfiar de aquellas personas que no te transmiten desde su teórica belleza lo bella persona que tu eres o puedes ser. Un verdadero maestro es aquel que hace maestros. Una persona bella es aquella que hace bellas a las demás.

Aún así, no se trata de necesitar el refuerzo de nadie. Si vivimos nuestra vida
en la belleza, hay que tener poca consideración a lo que piensen otros.

Se trata de reivindicar el Ego que cada uno se merece, ni más ni menos. No debemos empezar a predicar nuestra belleza, nos lo decimos a nosotros y basta, porque es que es obvia, el que la quiera ver que la vea. ¡ya está bien de maltratarnos!

Por lo tanto, yo particularmente me Amo. Y sabiendo lo que es bello en mí podré identificarlo, podré ver lo que es bello para ser amado. Y si carezco de esa belleza, pero me quiero lo suficiente, podré buscar esa belleza con claridad y la haré mía en cuanto la encuentre. Porque si no, ¿Cómo podría amar algo bello?

Además, si no me amo, no soy feliz. Por lo tanto, tendremos que amarnos, necesariamente.

Ahora bien, si me Amo en lo que no soy bello o por lo que no soy, entonces ese Ego redunda en la estupidez y, a ese si hay que matarlo, porque no nos hace felices, no nos hace realmente felices. Por ejemplo, si me quiero por lo que tengo y no por lo que soy, acabaré como Aristóteles Onasis, infeliz.

BONDAD, SER BUENO, SER INTELIGENTE

Nuestra mente necesita entrar en armonía con nuestro corazón porque no estamos solos y tenemos que estar afinados con los demás. Por lo tanto se puede ser bonachón solo si se es un eremita. Se puede ser bonachón y no inteligente si te retiras a tu pueblito y no te relacionas con nadie. Si no, habrá que ser inteligente o bueno, y de ahí nuestro ejercicio de comprensión. Si decides vivir aislado, por simplificarlo puedes ser bonachón o malo, a nadie influyes. Si decides relacionarte con los demás, la cosa cambia: Hay que ser necesariamente bueno e inteligente porque corres el riesgo de hacer daño a otras personas si no aciertas. Corres el riesgo de perjudicarles si no aciertas, y a lo largo de la vida puedes acertar o no, y es mucho el riesgo como para no valorarlo.

Ser bueno e inteligente está realmente íntimamente unido. Pero, ¿Cómo podemos ser buenos o inteligentes? ¿Qué es ser bueno o inteligente?

Depende del grado de evolución de cada persona, pero podríamos decir que para ser bueno-inteligente hay que ser consciente de quien es uno. Se podría llamar también a bueno e inteligente a con buen corazón y con buena mente.

La consciencia es vaciar la mente de prejuicios y llenarla de juicios basados en la experiencia, nuestra única verdadera verdad. Esto se hace meditando en lo que uno es, hace y en el porqué se hacen las cosas. Sería ridículo engañarse a uno mismo, aunque la verdad es que es confortable en un mundo de mentira.

Podríamos pensar que se puede vivir en ese mundo de mentira satisfactoriamente, aunque lo malo es cuando nos llega algo que en nuestra inconsciencia no digerimos, duele, y mucho.

Por lo tanto, ser consciente para ser bueno o inteligente es un camino no voluntario, si no obligatorio: No es que podamos ser conscientes, es que no queda otra si queremos ser felices.

Si eres consciente eres bueno e inteligente, porque sabes que es lo que es ser bueno y, por tanto tu inteligencia te ayudará a comprender a los demás. Es curioso que comprendamos y aceptemos las conductas de los animales salvajes y, que por el contrario no comprendamos al ser humano.

COMPRENDIENDO AL SER HUMANO PARA AYUDARLE

Todo ser humano tiene derecho a existir, a equivocarse a vivir en definitiva. Esto se dice fácil pero hay que saber porqué profundamente, si no, no nos respetaríamos los unos a los otros.

Todas las personas hacen las cosas lo mejor que pueden. Este concepto es clave para tratar de entender esto. Las personas pueden darse cuenta de cosas que no hacen bien pero no cambian, siguen cometiendo el mismo error todos los días o cada x tiempo. Es decir se dan cuenta pero no lo comprenden bien, están a punto pero no pueden, les falta algo, poco pero algo.


Hay personas, no todas, que desde su conocimiento tratan de ayudar a otras diciéndoles lo que deben hacer. Pero, en muchas ocasiones esos buenos consejos caen en saco roto, o aparentemente lo parece.


Bien, pues cada persona sabe en su fuero interno lo que hace mal. En algunas ocasiones y gracias a su educación, influencias, genética..., puede tener la suerte de encontrarse a sí mismo sin tener que tener muchas experiencias. Puede que, a pesar de esos condicionantes “no haya sido contaminado” del todo y, encontrar cierto grado de lucidez sin haberse tenido que estrellar. Los budistas lo llaman “buen karma”.

Por desgracia y como norma general, la contaminación exterior es demasiado fuerte como para permitirnos estar felices. Supongamos que ese es el plan de Dios. Vivir y experimentar para reencontranos.


Las cosas no son ni dependen del color con que se miren. Las cosas son como son,
independientemente de que la casuística particular de cada ser humano haga que su prisma esté teñido de un color concreto. Claro que en realidad nuestra vida está llena de cosas y, algunas las vemos con claridad y otras no. Los hay que tienen menos prismas de colores que otros, indudablemente.


Retomando lo de que cada uno hace las cosas lo mejor que puede, esto ocurre por los
prismas de colores que tiene y, evidentemente si pudiera realmente no tenerlos, no los
tendría.

Los prismas son la fusión indisociable de corazón y mente. Las personas de bien tenemos la suerte de tener que solucionar solo nuestra mente. Digo las personas de bien, porque nuestro corazón es bello y lo sabemos. Hay personas que estamos tuertas en muchos aspectos y por eso nos comemos la cabeza más, porque estamos a punto de encontrar la fusión mente-corazón. Las hay que necesitan afinar más en los 2 aspectos y ante un atisbo de lucidez se arrojan al mundo material como reducto "confortable". Pero, decidme, ¿hay algo más triste que no poder admirar la belleza de un recóndito lugar rodeado de vegetación exuberante y cursos de agua? ¿Hay algo más triste que no sentir la belleza de determinadas cosas?


Normalmente hay que tener lamentablemente una experiencia dolorosa, para quitarte algún prisma. Entre esa experiencia, el runrun de palabras que te ha dicho alguna
gente buena, una lectura interesante, una visión de un paisaje maravilloso...., puede ocurrir que se te aclaren las gafas, que lo veas. O puede que no, que todavía falten cosas para quitarte las gafas.

No pasa nada, estas personas merecen, merecemos seguir recibiendo el mismo mensaje siempre por si algún día toca quitarse las gafas. Ojo, desde la experiencia vital sabemos que no se puede aplicar mas esfuerzo del preciso a determinadas personas, porque no sirve para nada, es mas hasta puede ser contraproducente porque cabe la posibilidad de que abusen de nosotros y perdamos el tiempo todos.


Por eso hay veces que para ayudar hay que censurar, hay que decir cosas crudas o por el contrario susurrar un bello verso, a veces hay que negar un saludo o mandar a alguien a tomar viento fresco, lo que fuere, siempre que seamos conscientes de lo que estamos haciendo.


Y la importancia ineludible de lo que hagamos, digamos o pensemos es crítica, porque a la vez hay personas que se dedican a contribuir a que otras tengan el cristal mas opaco. A esas otras, denominadas comúnmente como malvadas, en nuestra ignorancia las ocluimos, las podemos contrarrestar. No es que a estas otras denominadas malvadas no las digamos nada, es que es una pérdida de tiempo. A las que están cerca, con nuestros mantras o frases positivas las arropamos, para por si pudieran en algún momento despertar.

Y lo haremos así porque eso nos hace felices.


Y mientras, nosotros trataremos de ser conscientes de quienes somos, mejorando, evolucionando y creciendo, pero ¿hacia dónde?

Sabemos que hay personas que han sido particularmente buenas-inteligentes, como el Buda o Jesucristo. Podemos venerarlas o respetarlas. Se las venera si no se las comprende. Si se las comprende y por lo tanto se las respeta, se hace uno como ellos o, al menos, se intenta.

Todo esto que está aquí dicho, en la mayoría de las ocasiones se nos ha explicado con mucha confusión, tanta que hasta hemos llegado a pensar que Dios es posible que no lo hubiera hecho bien del todo. Pero aunque así fuera, y dado que no hay más gárgaras, habrá que echarle una mano, ¿no?

Esto de vivir es una experiencia fascinante.

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Gromenólogo, acojonado con el mundo en el que vivo del que trato de salir por patas